El título de
este ensayo –El aprendiz eterno– reúne, en su propia denominación ambivalente y
quizá extraña, un conjunto de pensamientos en torno a las siempre difíciles
relaciones entre la educación, el aprender y su experiencia, cuando estas voces
tienen que ver con una experiencia estética y existencial, y cuando tratar de
pensar filosóficamente sobre ella requiere de nosotros una presencia en lo real
diferente al modo en que hemos sido educados por la tradición filosófica que
pensó la filosofía como la construcción racional de un sistema a través de
conceptos firmes y seguros. La melodía argumental que constantemente se reitera
en este ensayo señala que no es tomando la realidad, como un mero objeto de
conocimiento, como obtenemos un aprendizaje del mundo y un saber acerca de
nosotros mismos, sino haciéndonos presentes en ella. ¿Qué distancia es la
apropiada para intentar el ejercicio (filosófico) de pensar la educación, como
algo que reclama nuestra presencia en el mundo? La apuesta de este libro es que
esa distancia es una distancia poética, que es la que nos permite captar la
singularidad de cada caso para producir nuestra propia presencia en el
acontecimiento. Se trata de pensar la educación como un hacerse presente en el
presente; pensar la educación como un encuentro entre generaciones encerradas
en su propia melancolía; pensar la educación como la recepción de una herencia;
como una promesa; como un pasaje hacia otro sitio.
Autor: Fernando
Bárcena
Publicación: Buenos
Aires : Miño y Dávila Editores, 2012
Este libro es una nueva adquisición del Sistema
de Bibliotecas, y desde ahora puede ser consultado en la Biblioteca del Carmen
de Viboral, Colección general, 370.1/B827
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