Si fuera
preciso perfilar con exactitud la personalidad del intelectual francés Antoine
de Saint Exupéry, o mejor dicho, decir cuál fue su impacto en el campo de la
cultura contemporánea, quienquiera que lo intentara se vería en una ingente
dificultad, pues el autor del Principito y media docena más de grandes obras
literarias fue al mismo tiempo una audaz y famoso aviador, un delicioso
dibujante, un filósofo, un humorista genuino, un periodista de agilidad sorprendente,
descubridor y geógrafo. Las tremendas experiencias de Saint- Exupéry fueron,
pues, en gran parte, el fondo de su producción literaria, y dado ese hecho,
nada tiene de extraño que esa obra haya adquirido proporciones de obra cumbre,
ya conocida en todo el mundo, en torno
de la cual el autor ha ido bordando su filosofía en defensa de los
valores espirituales. Pero- cosa admirable!, al margen de esa obra Saint-
Exupéry, pudo todavía hacer una parte para realizar el más fantástico de los
cuentos. Delicioso humorismo; visión filosófica y una admirable psicología
infantil. De mucho eso y otras cosas más, fascinadoras y hondas, hay en la
historia del viaje interplanetario del dulce viajero, pero más aún en la de su
estancia en el triste lugar de nuestra tierra en que le tocó en suerte
descender: un desolado lugar del desierto de Sahara, donde conoce al autor y
donde, a través de él, da a conocer su celestial sabiduría, que se podría
resumir diciendo que “ solo a través del corazón es posible ver lo que es
bello, justo o verdadero” y que “para ver esas cosas no hay en el mundo nada
más apto que el corazón de los niños, porque el corazón de los hombres es ciego
ante las cosas trascendentales.”
Autor: Antoine
de Saint Exupéry.
Publicación: Bogotá,
Colombia; Editorial Solar
Este libro es una nueva adquisición del Sistema
de Bibliotecas, y desde ahora puede ser consultado en la Biblioteca del Carmen
de Viboral, Colección general, 843/S137
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