viernes, 1 de diciembre de 2017

Gusto

En contraste con el estatuto de privilegio otorgado a la vista y el oído, en la tradición de la cultura occidental se clasifica al gusto como un sentido inferior cuyos placeres el hombre comparte con otros animales y en cuyas impresiones no se mezcla lo moral.
En Hegel, el gusto es lo contrario de la visión y la audición, porque, entre otras cosas, “no se puede degustar una obra de teatro como tal, dado que el gusto no deja al objeto libre de por sí, sino que lo disuelve y lo consume”. Sin embargo, en griego y en latín modernos, el gusto se relaciona etimológica y semánticamente con la esfera del saber, como un acto de conocimiento.
A lo largo de los siglos XVII y XVIII se comienza a distinguir el gusto como una facultad específica, encargada del juicio y del disfrute de la belleza. Kant identifica el enigma del gusto como un cruce entre conocimiento y placer. Desde el principio el problema del gusto se presenta como el de otro conocimiento: un conocimiento que no puede dar razón de su saber, pero lo disfruta; y se lo caracteriza también como otro placer: un placer que conoce y juzga, de acuerdo con la definición implícita de gusto de Montesquieu, como medida del placer. La estética moderna, a partir de Baumgarten, está construida como un intento de investigar la especificidad de este “otro” conocimiento.

Autor: Giorgio Agamben

Publicación: Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora S.A, 2016

Este libro es una nueva adquisición del Sistema de Bibliotecas, y desde ahora puede ser consultado en la Biblioteca del Carmen de Viboral, Colección general, 111.85/A259

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