La historia es la de David, un pintor colombiano
(después escritor), su esposa Sara y sus hijos Jacobo y Pablo (los mayores y
más parecidos a la mamá) y Arturo (el igualito al papá). Residen en Estados
Unidos, con una vida tranquila, hasta cuando a Jacobo un accidente de tránsito
lo deja en silla de ruedas, con unos fuertes dolores que lo llevan a tomar la
decisión, después de haber pasado por la esperanza y el desengaño, sensata para
el caso, de buscar la eutanasia. Mientras David va narrando esos momentos, el
tiempo va yendo y viniendo en tres: el de la vida antes del accidente, el de la
tragedia y el de la actualidad del protagonista, que es el momento en el que
escribe, ya viejo, año 2018. Y el juego que logra Tomás es perfecto: viaja en
el tiempo de manera ordenada, llevando al lector suavemente entre los hechos,
sin que se pierda, sumando detalles a la historia. La separación en pequeños
capítulos ayuda, pero es la estructura, la de ir encadenando un momento con
otro a través de David, de su vida, de lo que sintió. Porque en este caso los
sentimientos sirven de hilo conductor.
También la primera persona. David cuenta la historia para alguien, desde sus
recuerdos y su interior. Y no cae en un tono de biografía, sino que por el
contrario le da uno intimista, cercano, que obliga a leer, se podría decir que
por capas: cada historia trae preguntas, con la habilidad de que sobre la trama
principal se desencadenan situaciones tan cotidianas como la descripción del paisaje,
el montar en bus o darle un consejo a la señora que lo cuida porque el esposo
la engañó.
Autor: González,
Tomás
Publicación: Bogotá : Alfaguara, 2011
Este libro es una nueva adquisición del Sistema de Bibliotecas, y desde ahora puede ser consultado en la Biblioteca del Carmen de Viboral, Colección general, C863.3/G643L
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